Incluso a catorce kilómetros de la línea de meta, el cuarteto de fugados conservaba dos minutos de ventaja. Cualquiera habría apostado que el ganador de etapa iba a ser uno de ellos, al menos Ibon Ruiz tras verle cómo se adelantaba a los otros tres. Pero el ciclismo volvió a ser cruel y despiadado. Le falta alma en ocasiones. No tuvo compasió
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