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Joaquim Rodríguez: «No soy exciclista, sino exprofesional; la competición tiene final pero el ciclismo, nunca»

Joaquim Rodríguez, técnico de Bahrain-Merida, junto al autobús del equipo.
Joaquim Rodríguez, técnico de Bahrain-Merida, junto al autobús del equipo. / KARLIS
  • Joaquim Rodríguez, Técnico de Bahrain-Merida, Piensa que podría haber seguido al menos un año más, pero nunca se ha arrepentido de colgar la bicicleta. «En mi cabeza ya hice el cambio de chip»

El lunes llegó a la Itzulia casi directo de una marcha en mountain-bike por Sudáfrica. Mañana ya no prevé estar en la ronda vasca para preparar las clásicas de las Ardenas y enlazar con el Giro de Italia. El cielo está encapotado y la mañana es fresquita. Instantes antes de la entrevista, la bicicleta de Joaquim Rodríguez está preparada junto a las de los corredores del Bahrain-Merida. Sin embargo, Purito dibuja un gesto de pena y ordena al mecánico que la guarde. «Hoy tampoco podré salir en bici. Quieren que vaya en carrera».

- ¿Qué vida lleva? ¿Se ha acostumbrado a la palabra 'exciclista'?

- Al final exciclista nunca eres. Al que le gusta este deporte, sigue haciéndolo de una manera u otra. Sí soy exprofesional, han sido muchos años en el campo profesional, he disfrutado muchísimo, pero la competición tiene un final; el ciclismo pienso que no tiene final nunca. Tanto el niño de cuatro años que sale en bicicleta y se siente ciclista lo es, como mi padre con 70 también lo sigue siendo. Lógicamente, he cambiado un poco la disciplina, me dedico a hacer otras cosas que antes no hacía, pero sigo vinculado al mundo del ciclismo y siempre seguiré.

- ¿Sigue montando mucho en bici?

- Todo lo que puedo y más. Siempre fue una forma de despejarme, y ahora mucho más. Antes era un trabajo, había que seguir una línea de trabajo, un entrenamiento, Ahora es para desconectar, ir a hablar con unos amigos o para conocer el mundo, como la aventura en BTT que he hecho en África. Disfruté y aprendí mucho con José Antonio Hermida.

- ¿Por ejemplo?

- La técnica. En mountain-bike, por ejemplo, en las bajadas hay que seguir pedaleando, o se te para la bici. En carretera aprovechaba las bajadas para comer, pero en BTT bastante faena tenía con conducirla.

- Al grano, ¿cuál es su función en Bahrain-Merida? ¿Qué le piden?

- La experiencia que he aprendido en estos años. Ahora por ejemplo tenemos a Ion (Izagirre), que está para hacer una muy buena general, incluso para intentar ganarla. Estoy para aportar tranquilidad, experiencia. Veo los recorridos y explico al equipo lo que se les viene encima. Y, sobre todo, ayudar a los jóvenes, porque no es fácil adaptarse al campo profesional. Yo soy saladillo y echado para adelante, pero siempre digo que los años más difíciles fueron al pasar de estar rodeado de gente de tu edad, de chavalillos de 18 o 20 años a pasar con gente de 30 y tantos, que pueden ser tu padre, con hipoteca e hijos, que tienen otra forma de pensar, que no son tu cuadrilla de amigos. El salto es difícil.

- Cuando pasó de Iberdrola a la ONCE; ¿echó en falta esa figura?

- Lo, la tuve en Álvaro González de Galdeano, con quien hice mi primer Giro de Italia, y fue de las personas de que más me enseñaron, como las pautas de sueño, descanso, comida, horarios de teléfono, incluso de situarte en el pelotón... Siempre me gusta absorber de la gente, aprender y escuchar, y en ese periodo aprendí muchísimo de Álvaro.

- ¿Seguir en el ciclismo le ha facilitado la transición tras dejar la bici?

- Ya lo suelo pensar. Cuando anuncié que sería mi último año, la mayoría de llamadas serias que tuve fueron de amigos que han dejado el ciclismo. Por ejemplo, Egoi Martínez, me decía cuidado, Purito, que no es fácil la adaptación. No es 'lo dejo y ya está', no es fácil situarte en la vida, cuando lo dejas y no tienes una continuidad. A mí se me abrió el cielo con Bahrain-Merida por eso mismo, porque tampoco me siento obligado a seguir una temporada entera con un calendario de 150 días porque para eso seguiría corriendo. A mí lo que me ha faltado son días en casa, con la familia. Es una de las razones por las que dejé el ciclismo. Ahora estoy en País Vasco, que siempre he estado enamorado de esta carrera; iré a las clásicas, que me encantan; unos días al Giro... Es una suerte elegir un poco las carreras y seguir disfrutando con una faena.

- Si esta oferta le hubiera llegado durante el último Tour, ¿estaríamos hablando con uno de los favoritos a la Vuelta al País Vasco?

- Posiblemente sí. Quizá me hubiera cambiado el chip. El último año ya estaba un poco con la cabeza con el objetivo de los Juegos al 100%. En 2015 ya sabía que 2016 era el último año, lo sabía el grupo reducido de familiares y amigos. Noté que me costaba seguir. En mayo recibí una oferta bastante buena de otro equipo. Como cuando te separas y otra chiquilla te tira los tejos y te hace sentir válido otra vez. Si Bahrain-Merida hubiera llegado a tiempo y me presenta el equipo que estoy viendo ahora, me hubiera hecho mucha ilusión el haber corrido.

- Quiso cambiar el chip y dar al 'on'.

- Sí, pero cuesta. Una vez que pasé los Juegos, desconecté. Dije: 'ya está'. Luego decidí mi vuelta y fue muy bien recibida por mucha gente, pero no por mis pequeños... Pensé: ha llegado el momento y basta.

- ¿Fueron los que más se alegraron de su retirada definitiva?

- Sí. Te cuento una anécdota. Para venir aquí, salí el mismo lunes, a las 7 de la mañana y, ¡ostras!, pienso que son esas cosas de instinto familiar, porque el único que se despertó fue el pequeño. Cuando me vio las maletas: '¿A dónde vas, papa?' 'No, tranquilo, que vuelvo el jueves'. Te ven con la maleta y piensan: ¿este capullo no había dicho que se retiraba? Lo que más me costaba era y es eso. El pequeño ya tiene 8 años y la pequeña, seis. La verdad es que tiran...

- ¿A quién le apenó más?

- A mis padres y a mí. Hay mucha gente que me ha dicho '¿un par de añicos más no hubieras podido hacer?' Y yo digo que eso se lo pregunten a los que mandan... (ríe)

- Sus padres venían a la Itzulia...

- Seguirán viniendo. Hicieron casi toda la Volta a Catalunya y aquí no han venido porque mi hermana está embarazada de 38 semanas. Si todo va bien, irán a las clásicas. A estos no les importa el que lo haya dejado para seguir yendo a las carreras.

- ¿Se despierta algún día y empieza a buscar en la maleta el dorsal?

- ¡Calla! Que hoy he soñado que no llegaba a la salida. Se lo he dicho a los compañeros. Me he levantado asustado con el típico sueño ciclista, que no llegaba a la salida, que me falta la zapatilla, que me falta la bicicleta. Sí que me pasa, sí. Por eso te digo que ciclista lo seré siempre.

- ¿Comprende más a un director, ahora que los tiene más cerca?

- No, porque tampoco me he involucrado como director. No he querido entrar en esos temas. Me limito más a mi experiencia, a detalles más técnicos como puede ser plantear un cambio de desarrollos como el día de Elciego. De táctica, nada.

- ¿No se ve dirigiendo un equipo?

- Difícil. No valgo mucho para mandar. ¡Si no mando ni en mi casa! (ríe). Difícil, sobre todo ahora que el ciclismo es más complicado que el de antes, tácticamente,...

- Y más científico.

- Una pasada. Es todo mucho más agresivo, entre comillas, a la hora de la colocación... Yo soy más de un ciclismo de sensaciones.

- ¿Ahora es todo más previsible?

- Sí. Ahora el director es el que te dice dónde y cómo tienes que hacerlo. Antes tú te veías bien y arrancabas; ahora te preguntan por qué has arrancado. Me costaría asumirlo.

- ¿Cómo ve y veía a Ion Izagirre?

- Es un capullo (ríe). Lo veo muy bien. Es un corredor que siempre me ha gustado: es muy completo, sube muy bien, es valiente, un gran contrarrelojista para lo pequeño que es. Y el salto de calidad que ha dado ya aquí en Bahrain... Sinceramente, me recuerda mucho a mí, salvando las distancias. Es mucho mejor contrarrelojista. Creo que ha dado el cambio en el momento justo para coger los galones de un equipo como el Bahrain-Merida o compartirlos como mínimo con Vincenzo (Nibali). Pienso que va a ser un gran año para él, el equipo está contentísimo. Si no es por la caída de Andalucía hubiera estado delante en la general e hizo una muy buena París-Niza, pero podía haberla hecho mejor si el primer día no se sale de la carretera con el aire, porque iba en el primer abanico. En el equipo ven que trabaja, es serio y va rápido.

- Con Jon Ander Inausti supongo que habrá conocido menos.

- Qué va, a Jon Ander le conozco más porque es de los corredores que estoy más encima. En invierno incluso algún día vine al País Vasco para salir a entrenar con él. Es un corredor que quizá le falta la seguridad que tiene Ion, pero sabemos por los datos que ha dado que tiene un gran motor y el equipo espera mucho en él. Es un fichaje traído de la mano de Ion, quien confía muchísimo en su primo. Es un corredor diferente, para clásicas, para trabajar, de los primeros a los que les tiene que dar el aire. Pero pienso que en breve, si se sitúa y se da cuenta de dónde está, andará muy bien. Al final no ha dejado de pasar de un equipo continental (Murias) a uno de los mejores equipos ProTour, rodeado de los mejores corredores del mundo. Es un gran impacto, como pasar de amateur a profesional. Además, el equipo le exige. Cuando asimile el cambio, andará muy bien.

- Esta Vuelta Purito Rodríguez la tendría complicado para ganar.

- Bastante. Demasiado (risas). Bueno, la crono no era mala para mí. Creo que hubiera ganado yo fácil (vuelve a reír). Ha sido retirarme y quitar los muros, ¡eh! Más de uno estará contento por ello.

- ¿Qué es de lo que más orgulloso se siente de su trayectoria?

- De poder venir aquí y saludar a todo el mundo, tanto rivales, como chavales jóvenes, organizadores, periodistas... De eso sí me siento muy orgulloso. De los años que he hecho de profesional, de cómo lo he hecho y de cómo lo he disfrutado, de poder seguir aquí y sentirme acogido.

- Alguna espinita ya le quedará.

- Está claro que ganar alguna grande y el Mundial de Florencia, son las dos espinas más grandes. Se habla muchas veces de qué espinas se quedan clavadas; pregúntame mejor con qué me quedo, de todo lo que se ha conseguido, que no ha sido fácil.

- Como decía Rigobert0 Urán en otra entrevista, el pasado ya pasó.

- Eso es. Si vives siempre mirando al pasado, te arruinas. Más vale mirar adelante y disfrutar de lo que se ha conseguido. No me vienen a la memoria momentos malos, todo lo que me vienen son alegrías.

- ¿Se ve siempre vinculado al ciclismo?

- Es mi forma de vida. Aunque no estuviera en un equipo profesional, seguiría en las escuelas, con la marcha que hago en Andorra, saliendo con los amigos... Es una forma de vida, y más ahora que dentro de la comunidad ciclista hay como un montón de tribus: los hípsters, todos con barba, guaperas, con la gorra y súper ajustados; otros más bikers, llenos de barro, con la cinta en el pelo como diciendo a la guerra; los clásicas como nosotros... Es una maravilla. El piñón fijo en la ciudad, los carriles bici, las bicicletas eléctricas... Se está abriendo un enorme abanico en la cultura ciclista. Un día te apetece salir con la eléctrica con la mujer; cuando no, con los niños...

- ¿Los críos andarán locos, no?

- A la mínima aprovechan para andar. El sábado hicimos una marcha popular de 10 kilómetros. Fueron muy bien conmigo, disfrutando.

- ¿Los va a enganchar al ciclismo?

- Si puedo, sí. Siempre he dicho que mi mayor sueño es que alguno me saliera ciclista. Me encantaría.

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