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La Vuelta al País Vasco regresa a Donostia

Del velódromo al Boulevard
  • La Vuelta al País Vasco vuelve a San Sebastián 42 años después de la victoria de Agustín Tamames en 1975

San Sebastián fue punto neurálgico de la Vuelta al País Vasco, lo mismo en su primera época como en su vuelta al calendario internacional a finales de la década de los 60 y comienzos de los 70 del siglo pasado. La ronda vasca perdió su ligazón con la capital guipuzcoana a pesar de que el ciclismo nunca ha dejado de estar presente en una ciudad que albergó la salida del Tour de Francia en 1992 y los Mundiales de 1997, asistió a 28 ediciones de las Seis Horas de Euskadi y suma 36 de la Clásica desde su creación en 1981.

Pero no hay mal que cien años dure. Donostia se reincorpora hoy a la Euskal Herriko Itzulia con un final de etapa que tendrá su continuidad mañana con la salida de la cuarta jornada. El velódromo, sede de las últimas visitas, deja paso esta vez al Boulevard, otro lugar emblemático para este deporte.

Lejanas en el tiempo quedan la San Sebastián de los años 20 y el ciclismo artesanal que daba sus primeros pasos en aquella época. Ya nos dejaron todos los protagonistas de aquella incipiente Vuelta al País Vasco que paraba todos los años en la capital guipuzcoana, procedente de Pamplona salvo en una ocasión.

Más próximo es el arranque de la era moderna de la carrera, en la que Donostia mantiene el protagonismo con un nuevo escenario para sus finales de etapa: el velódromo de Anoeta. Así se conocía al recinto al que posteriormente se dio el nombre de Antonio Elorza. Incluso acogió el final de una Itzulia, la de 1974, con victoria guipuzcoana a cargo de Miguel Mari Lasa por uno de los márgenes más estrechos de la historia: ocho segundos sobre Jesús Manzaneque.

El oiartzuarra, que tiene 69 años en la actualidad, relata lo sucedido aquellos dos días, el 4 y el 5 de abril. Todavía era una prueba de cinco días. «La cuarta etapa tuvo dos sectores. El segundo consistió en una contrarreloj individual de 32 kilómetros entre Hondarribia y el velódromo de San Sebastián. Pasábamos por Gurutze, Oiartzun, la cuesta de la guitarra... Ganó Manzaneque y se puso líder con una diferencia corta de segundos. Yo estaba a dos».

Las bonificaciones de la última llegada iban a ser decisivas. Había veinte segundos para el ganador de la etapa, diez para el segundo y cuatro para el tercero. Lasa (Kas) necesitaba las bonificaciones siempre que Manzaneque (La Casera) llegara en el mismo tiempo. Todo estuvo a punto de truncarse en el túnel de acceso al velódromo, al que llegó en cabeza un pelotón de veinticuatro corredores.

«Avisamos a los jueces»

Miguel Mari Lasa señala que «habíamos avisado a los jueces de lo que podía suceder en la entrada al velódromo. Al equipo La Casera le bastaba con que ninguno de los dos lograra bonificación. Txomin Perurena tiraba en cabeza para prepararme el esprint y por detrás los compañeros de Jesús Manzaneque trataron de hacer un tapón provocando una caída. No sé ni cómo logré pasar. Txomin había entrado solo al velódromo y me esperó porque yo necesitaba la bonificación del primer puesto. No me valía el segundo. Detrás apareció Manzaneque y nos la jugamos». Ganó Lasa por centímetros, sumó diez segundos de bonificación y se llevó la general final con ocho de ventaja sobre Manzaneque.

La última llegada de la Vuelta al País Vasco a Donostia fue al año siguiente, 1975, con victoria del salmantino Agustín Tamames. Fue el más rápido en el anillo del velódromo a la conclusión de la etapa reina de aquella edición. Miguel Mari Lasa ocupó la segunda plaza: «El velódromo acogía en aquella época las metas de la Vuelta al País Vasco y de la Vuelta a España. No recuerdo bien aquel día». Fue el 17 de abril, la víspera de acabar en Hondarribia. Kas controló en los cuatro puertos y neutralizó el ataque del portugués José Martins, víctima de una caída en Tolosa. El conjunto vitoriano ayudó a González Linares a mantener el jersey de líder y le faltó poco para culminar con el éxito parcial de un Miguel Mari Lasa, segundo en tres etapas de aquella edición.

Txomin Perurena ha ganado dos etapas de la ronda vasca en el velódromo de la capital guipuzcoana: al esprint en 1970 y escapado con Eduardo Castelló desde Jaizkibel en 1972.

Miguel Mari Lasa también guarda fresca en la memoria la llegada a San Sebastián de 1971. «Aquel día se disputaron dos sectores. Yo vencí en el matinal, con final en Tolosa. Subíamos Errezil hacia Bidania. Corría en el Orbea y hablé con mi compañero Gabino Ereñozaga para atacar cuando faltara poco para coronar. Arrancó, me pegué a su rueda y me lanzó como en las americanas de las pruebas de pista. Cogí unos metros de ventaja y me lancé en un descenso que conocía muy bien. Llegué solo a Berazubi».

Por la tarde, en la crono de 30 kilómetros entre Tolosa y el velódromo de Anoeta reinó Luis Ocaña. «Aquel año estaba intratable», reconoce Lasa. «Fue la temporada en la que distanció a Eddy Merckx en el Tour. La caída en el descenso de Mente le obligó a retirarse cuando iba de amarillo». El conquense distanció en 1:50 a Poulidor y se impuso con claridad en aquella edición. El propio Pou Pou y Miguel Mari Lasa completaron el podio por este orden.

Luis Ocaña ya conocía lo que significaba vencer en Donostia y en su velódromo. En la tercera etapa de 1969 lanzó en Jaizkibel uno de sus descomunales y singulares ataques para irse con Poulidor, protagonizar una cabalgada formidable e imponerse con el maillot del Fagor y 27 segundos de renta sobre el pelotón.

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